¿Por
qué no te perdonas ni siquiera a ti mismo? ¿A qué tienes miedo? La
llave que abre esta cárcel que limita tu felicidad presente está hecha de amor
y se llama perdón.
No te pido que olvides los agravios, pues estarías expuesto
a volver a vivirlos, pero si te invito a soltar las cadenas que te atan al
pasado: orgullo, culpa, o tal vez, falsa dignidad y victimismo.
Si el perdón es un don, perdonar es un arte que
cultivar si quieres vivir la salud, en plenitud.
Perdonare,
forgiveness, perdón, en diferentes idiomas la misma palabra nos lo
indica, La palabra perdón viene del latín «per» que significa «por
encima de», «por completo» y «donare» que significa «dar», «regalar».
Perdonar no es olvidar,
es regalar por completo amor, dar por encima del miedo. Poder recordar sin
amargura, sin sufrir el dolor de una herida abierta y muchas veces infectada de
rencor y venganza. Para evitar que se contamine todo el organismo como en una
gangrena. A veces es necesario un corte quirúrgico de emociones saprófitas como
el victimismo y la culpa, esto requiere de una gran voluntad de amor y paz con
uno mismo.
Y en este gran acto de donar la luz del amor “per se”, sobre las sombras de la
ignorancia que nos ciega, logramos liberarnos y engrandecer nuestra consciencia
humana. Porque recuerda; la luz no necesita de la sombra para existir, pero
la sombra sí necesita de la luz…
Intenta comprender que la fuerza del perdón es la
única que te libera del peso del dolor que a través del tiempo vas
transformando en sufrimiento y causa la soledad de tu alma.
Porque si tu soledad y la mía se encuentran ¿que
tendremos? ¿Dos soledades o ninguna?
Perdónate perdonando y perdona perdonándote, eso alejará tu soledad.
Te propongo esta PRÁCTICA
se llama la meditación de la rosa del perdón:
Siéntate cómodamente en posición de meditación al menos
por 15 minutos. Al cerrar los ojos crea en tu pantalla mental la imagen de una
rosa blanca y observa con detalle la suavidad de sus pétalos, su tallo y las
espinas que forman parte de él, intenta captar su aroma.
Ahora trae la imagen de la persona que quieras
perdonar, tal vez es a ti mismo, y ponla frente a ti.
La rosa del perdón está entre vosotros, respira su
olor y deja que embriague tu corazón. Tómala con delicadeza para evitar herirte
con sus espinas, que son esos sufrimientos que has padecido. Y desde la
blancura de sus pétalos que te inducen a la paz, ofrécesela a la imagen de la
persona que hay frente a ti como un símbolo de reconciliación.
Dile: “te libero de mi vida despidiéndote desde
el amor a mí mismo, desde la fuerza del perdón”. Observa como la imagen toma la rosa con la misma
delicadeza y con gratitud se despide alejándose en la distancia.
Vuelve a abrir los ojos respirando suavemente y
repite esta práctica regularmente, observando los cambios que se van
produciendo en ti.
Tengo una paciente que dice que le hace tanto bien
esta meditación que va a montar una floristería...
Se valiente y ama como si nunca te hubieran herido
pues como dijo Mahatma Ghandi:
"Perdonar es el valor de los valientes.
Solamente aquél que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar"
Como libro te recomiendo su autobiografía.
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