viernes, 8 de mayo de 2015

Capítulo 9 EL PERDÓN Y LA LIBERTAD

¿Por qué no te perdonas ni siquiera a ti mismo? ¿A qué tienes miedo? La llave que abre esta cárcel que limita tu felicidad presente está hecha de amor y se llama perdón.
No te pido que olvides los agravios, pues estarías expuesto a volver a vivirlos, pero si te invito a soltar las cadenas que te atan al pasado: orgullo, culpa, o tal vez, falsa dignidad y victimismo.
Si el perdón es un don, perdonar es un arte que cultivar si quieres vivir la salud, en plenitud.
Perdonare, forgiveness, perdón, en diferentes idiomas la misma palabra nos lo indica, La palabra perdón viene del latín «per» que significa «por encima de», «por completo» y «donare» que significa «dar», «regalar».
Perdonar no es olvidar, es regalar por completo amor, dar por encima del miedo. Poder recordar sin amargura, sin sufrir el dolor de una herida abierta y muchas veces infectada de rencor y venganza. Para evitar que se contamine todo el organismo como en una gangrena. A veces es necesario un corte quirúrgico de emociones saprófitas como el victimismo y la culpa, esto requiere de una gran voluntad de amor y paz con uno mismo.
Y en este gran acto de donar la luz del amor “per se”, sobre las sombras de la ignorancia que nos ciega, logramos liberarnos y engrandecer nuestra consciencia humana. Porque recuerda; la luz no necesita de la sombra para existir, pero la sombra sí necesita de la luz…
Intenta comprender que la fuerza del perdón es la única que te libera del peso del dolor que a través del tiempo vas transformando en sufrimiento y causa la soledad de tu alma.
Porque si tu soledad y la mía se encuentran ¿que tendremos? ¿Dos soledades o ninguna?
Perdónate perdonando y perdona perdonándote, eso alejará tu soledad.


Te propongo esta PRÁCTICA se llama la meditación de la rosa del perdón:
Siéntate cómodamente en posición de meditación al menos por 15 minutos. Al cerrar los ojos crea en tu pantalla mental la imagen de una rosa blanca y observa con detalle la suavidad de sus pétalos, su tallo y las espinas que forman parte de él, intenta captar su aroma.
Ahora trae la imagen de la persona que quieras perdonar, tal vez es a ti mismo, y ponla frente a ti.
La rosa del perdón está entre vosotros, respira su olor y deja que embriague tu corazón. Tómala con delicadeza para evitar herirte con sus espinas, que son esos sufrimientos que has padecido. Y desde la blancura de sus pétalos que te inducen a la paz, ofrécesela a la imagen de la persona que hay frente a ti como un símbolo de reconciliación.
Dile: “te libero de mi vida despidiéndote desde el amor a mí mismo, desde la fuerza del perdón”. Observa como la imagen toma la rosa con la misma delicadeza y con gratitud se despide alejándose en la distancia.
Vuelve a abrir los ojos respirando suavemente y repite esta práctica regularmente, observando los cambios que se van produciendo en ti.
Tengo una paciente que dice que le hace tanto bien esta meditación que va a montar una floristería...
Se valiente y ama como si nunca te hubieran herido pues como dijo Mahatma Ghandi:
"Perdonar es el valor de los valientes. Solamente aquél que es bastante fuerte para perdonar una ofensa, sabe amar"
Como libro te recomiendo su autobiografía.



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